La Claudina: un lugar misterioso lleno de historia

Por Ángel Hernández

Tercera parte

…todo era silencio en esa parte donde nos encontrábamos. Solo estábamos Raúl, Memo y yo. Los demás se habían quedado atrás platicando con los chavos invitados.

Durante el camino Memo Nájera nos contó su experiencia en el muro de fusilamiento. Se había llevado dos balas que estaban incrustada allí.

“Hace como, tenía 15 años más o menos; saqué dos balas como de este tamaño (señala el tamaño de la bala 2 a 3 cm). Me las llevé a mi casa y las tenía en mi buró. Y una persona así como tú (Raúl) me dijo estás durmiendo junto a dos muertos. Esas pueden ser aquellas que le atravesaron el corazón a alguna persona. Claro que las vine a dejar mejor acá”.

Seguimos caminando. Yo estaba sorprendido. El frío se hacía más fuerte. Conforme nos acercamos al muro de fusilamiento el ambiente era más tenebroso. Si, Raúl se acercó a la pared. Colocó su mano izquierda sobre el paredón. Transmutó.

  • ¿Qué sientes Raúl ?, – le pregunté.
  • “Mucho dolor. Mucho sufrimiento”, me contestó.
  • ¿De qué tipo, que ves ?, volví a preguntar.
  • “Gente que murió inocente. Muchos muertos. Niños. – contestó. ¿Que hacen?,le pregunté. ¡Están llorando!, me respondió. Por sus padres. Dicen que no es justo”, mencionó.

Raúl ya no contestaba, estaba callado, serio. Observaba a detalle el muro de fusilamiento. Su mano izquierda continuaba colocada sobre el pabellón.

“Y la muerte vino por ellos. Uno a uno se los llevó. Venganza y sangre. Muerte y dolor. Las lágrimas caen. Las lágrimas brotan. Y así como la sangre caen, las lágrimas de los niños lloran. Mujeres y hombres cayendo por igual. Vidas. Viudas. Necesitan luz, luz, luz. A fusil los mataban”, dijo Raúl.

Tras una respiración profunda y con cara desencajada, Raúl regresó al plano terrenal; con nosotros.

-¿Qué tienes?, le pregunté a Raúl.

  • “Alguien me está robando la energía. Estoy trasmutando. Estoy liberando”, mencionó Raúl.
  • ¡Te puedes manifestar!, gritó Raúl.

Se acercó nuevamente al muro de fusilamiento y ahora, con la mano derecha dio tres palmadas sobre el pabellón.

En ese momento volteó a ver a mis compañeros. Ya estaban cerca de nosotros. A Diana se le estaba yendo la voz.

  • “Sabes que me está pasando?, se me está yendo la voz. Ahorita les estaba contando lo de la historia de la Claudina, siento que se me estaba yendo la voz”, dijo Diana sorprendida y nerviosa.

Nos retiramos de ese lugar y seguimos nuestro camino hacia lo más profundo de la Claudina, sin saber que muchas más cosas paranormales se harían presentes…

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