PANTEÓN XALAPEÑO

Ángel Hernández

La contadora Viviana me contó en alguna ocasión, que cierto día, al llega un joven a trabajar a cementerio xalapeño, “y como bienvenida”, lo mandaron al área de cronos. Pasaba de las seis de la tarde. El chico seguía lavando y limpiando las tumbas. En eso, observó una pequeña con un vestido elegante que jugaba y caminaba con su muñeca sobre los pasillos del panteón. Le llamó la atención y al mismo tiempo pensó que se trataba de la hija del administrador. (Al ser nuevo, no conocía a todo el personal del cementerio). Aunque se preguntaba: ¿Cómo una niña anda sola a estas horas en el panteón?- siguió su trabajo. No le dio importancia.

Cuando terminó su trabajo, recogió su herramienta y se fue del lugar. Cuando iba pasando por la tumba de Angelita, una fuerza extraña lo hizo voltear  hacia su lado izquierdo… sorpresa se llevó, al ver la misma muñeca colocada en el centro de la tumba, con la que la niña estaba jugando. En ese momento, un escalofrío recorrió todo su cuerpo. La miro detenidamente y al mismo tiempo vio la foto de la niña. ¡Era la misma!.. en su mano, la muñeca tiene un rosario. Se empezó a mover. El chico vio las ventanas de la tumba. No había aire. Estaban cerradas. Asustados y sin creer lo que había vivido, corrió y abandonó la zona…

Cuando yo estaba contado toda esta historia, el ambiente se tornó más frio de lo normal. El dolor de estómago, mareos y dolor de cabeza, regresó…

Continuaba con mi narración…

“Angelita murió a los 6 años por un paro fulminante al corazón. Un día, al grabar una leyenda con los testimoniales de la contadora y un lavador de tumbas sobre la pequeña Angelita y sus apariciones en el cementerio, me contactó la mamá y hermana de la pequeña. Querían contarme sobre la vida de la niña y el porqué de esas misteriosas apariciones (confirmadas por la mama, hermana, abuela,  policías, veladores y personal del cementerio).

En ese momento, comencé a sentir un ardor en mis piernas y la  planta de mis pies. No podía estar quieto. Mis pies me pesaban. Aun no decía nada. Seguía explicando porque su mamá había colocado la muñeca en la tumba, según el testimonio de la mamá de Angelita.

“El 18 de marzo de 1978 fue cuando ella faltó. Todavía el día anterior a su fallecimiento, en la tarde. Ella anduvo jugando con sus amiguitas; y a las siete de noche cayó en cama; y a las seis de mañana del otro día, ella murió. Fue un paro fulminante, la asistieron médicos, se compró medicamento y todo, pero ya no hubo nada que hacer. Era una niña muy tierna, muy dulce y muy inteligente; a pesar que solo curso unos meses el primer año, su primera boleta era de puro diez. Yo no he podido sobreponerme a la falta de ella, por lo inexplicable; digo, si tan solo hubiera visto enferma tendría que resignarme a decir: o se alivia o se va ¿verdad?”… Esta muñeca ella la jugó poco, porque yo se la di para un día de reyes. Adentro en su fosa, tiene infinidad de muñecas, ésta se quedó afuera porque era la que ella quería, me decía: mamá yo quiero una muñeca grande, grande para jugar… Ella cuida a la niña por eso yo trato de vestirla, de arreglarla, porque para mí ella es mi hija… entre nosotros para mi sigue viva a través de su muñeca. Nunca la podré olvidar. Esto se va acabar el día que yo falte, el día que yo me reúna con ella”… me contó la mamá de Angelita.

Seguíamos en la tumba de la pequeña Angelita… Javi, Spencer y Raúl comenzaron a vivir también sucesos paranormales.

A Raúl le estaban oprimiendo la espalda. Le pegaban, no había nadie más. En mi relato, me trababa. Tuve que decirles lo que sucedía. Raúl lo confirmó. Nos contó lo que a él también le estaban haciendo. Javi, por primera vez, se encontraba un poco retirado de nosotros. A Spencer le tocaron la nuca. Todos vivimos sucesos  paranormales al mismo tiempo. Cuando comentamos lo que nos sucedía… Javi dijo haber visto unas sombras.

-“En la entrada. Allá junto al árbol vi una sombra  pequeña, como de una niña. Nos miraba.  No estaba sola. Alguien la sostenía de la mano. Se asomaban del tronco. Allá, si allá (señalando el árbol de la entrada) ¿con quién la viste?, pregunté. Estaba de la mano de una mujer alta. Delgada. De cabello al hombro. Ambas nos miraron y se escondieron muy rápido. Ya no las veo, no se siente ya la presencia”, dijo.

Raúl, Javier y Spencer no sabían que la mamá de Angelita había fallecido meses atrás. Cuando Javi comentó lo sucedido, opte por decirles que la hija mayor de la señora me había comentado sobre el fallecimiento de su mamá, sepultada en la misma tumba con Angelita. Eran ellas dos, por fin estaban juntas.

Raúl hizo una oración y nos retiramos del lugar. Escépticos. Nerviosos. Desconcertados.

Teníamos que terminamos el recorrido, cuando de repente…

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