La NASA fotografía el cráter que dejó la nave rusa al estrellarse contra la Luna hace dos semanas

El 20 de agosto, la agencia espacial rusa (Roscosmos) reconocía que su sonda Luna-25 “cesó su existencia como resultado de un choque con la superficie de la Luna”. Un día antes, había emitido un escueto comunicado que hacía temer lo peor, ya que “se presentó una situación de emergencia a bordo de la sonda robótica que no permitió realizar la maniobra con los parámetros especificados”. 

El error fue simple y fatal: se dio mayor impulso a la sonda del necesario, en una de las maniobras de aproximación a la Luna, que acabó con el aparato estampado contra el suelo.

El nuevo cráter tiene unos 10 metros de diámetro y está situado en el borde interior del cráter Pontécoulant G, a unos 400 kilómetros del punto de aterrizaje previsto por Roscosmos para su sonda Luna-25. Esta misión era la primera de la Rusia moderna hacia la Luna y se consideraba heredera de Luna -24, la última sonda soviética que llegó al satélite y que, además, trajo de vuelta una muestra del suelo lunar en 1976.

Con información de El País 

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