LA VELA QUE NUNCA ESTUVO Y SE PRENDIÓ

Ángel Hernández

¿Qué harías si descubres que la veladora encendida que viste en una tumba, nunca estuvo allí? , eso me pasó en el Panteón Xalapeño, hace algunos años.

Eran las cuatro de la tarde del martes 22 de octubre del 2013. Junto a Diana, Marisol, Rafa, Fernando y Didier acudímos a grabar la leyenda “Una Apuesta Peligrosa”, en el Panteón Xalapeño en la capital de Veracruz.

En la grabación, los cinco jóvenes debían recrear a un grupo de amigos que tras perder una apuesta deberían visitar un cementerio de noche y pisar una tumba.

La tradición e historia cuenta que quien “la pisa sin permiso”, el muerto te agarra y te mete en su ataúd… Comenzamos con la grabación… Rafa Bello era nuestro camarógrafo. Llegamos al panteón.

Oigan jóvenes, empezaremos a grabar en esta parte (Rafa señaló la zona del cementerio donde las capillas de las tumbas son chicas y frente la plancha de la misma).

Primero se grabó a los chavos ingresando al panteón. Todos estábamos nerviosos. El reloj marcó las cinco de la tarde; no tardaba en oscurecer; por ello el miedo aumentaba.

El ambiente era misterioso y triste a la vez. Acababan de sepultar a un difunto, quizá era eso. Ya en las tumbas, todos nos sentamos en la parte del frente (con el permiso correspondiente).

-“Me sentaré un ratito señor (a)… para ver la grabación, ¡Gracias!”, dije para todos, y los chavos hicieron lo mismo.

Diana se encontraba caminando para ser grabada. Ella era quien debía caerse a la tumba y supuestamente, era jalada por el muerto tras no pedir permiso para pasar por esa tumba… Rafa Bello seguía grabando a Diana… cuando de repente…

-“Jóvenes debo regresar a la oficina hacer unas grabaciones de un spot y en menos de media hora estoy con ustedes. Gordo te quedas con ellos y aquí los veo”, nos dijo Rafa, el camarógrafo; mientras caminaba a la salida del panteón para realizar otra grabación.

Yo me quedé con los chavos platicando y checando sobre las siguientes tomas a realizarse para la leyenda y la participación de cada uno. En eso, sentí la necesidad de voltear hacia la capilla de las tumbas, y veo en dos de ellas una vela encendida, una azul y una de color amarillo naranja, de esas veladoras de vaso de plástico tamaño mediano.

Mi expresión de miedo y desconcierto fue observada por los chavos. ¿Qué pasó Ángel?, preguntó uno de ellos.

– “Es que esas veladoras están prendidas… y yo no había visto… desde que llega… mos, están así? No, yo no las había visto, dije… seguía dudoso y temeroso…

-¡“No”!, dijo Didier. Cuando llegamos yo volteé a esa parte de esas tumbas y no había ninguna veladora encendida…

La expresión de todos fue de miedo, desconcierto y nerviosismo. Ya estaba oscureciendo… oigan pero nadie vino… nosotros llegamos y hemos estado aquí, o ¿alguien vio si vino alguien a prenderlas o algo asi?, le dije a los chavos.

-¡No Ángel, nadie!.. Quien sabe qué onda… en eso, llega Rafa para seguir con la grabación.

Nos cayó la noche y seguíamos grabando en el panteón. La grabación continúo y finalizó sin imprevisto. Las veladoras seguían encendidas.

Lo verificamos antes de retiramos del lugar. Al día siguiente, le llame a la contadora del panteón Viviana para contarle lo sucedido la noche anterior en el panteón y me dijo que se le hacía extraño, pues precisamente, las tumbas que le comentaba no habían sido visitadas.

No mijo chulo, esas tumbas no creo hayan tenido una veladora encendida.

En esa zona precisamente, la familia de esos difuntitos siempre que vienen al panteón me pasan a saludar y tiene meses que no vienen. Es extraño mijo. Pero checo. Me dejaste con la duda…

Viviana me llamó más tarde y me comento que si, efectivamente había dos vasos de veladoras de plástico pero no estaban prendidas.

– “Mijo, ya fui. No había nada encendido. Las veladoras se ve llevan tiempo apagadas, incluso me atrevo a mover el candado y la de la veladora amarilla naranja estaba oxidado. Así que quien sabe que paso”.

Una semana después… regreso al panteón xalapeño con Rafa Bello, el camarógrafo para realizar ahora un reportaje sobre los preparativos para el día de muertos; y con la espina sobre las veladoras, visité nuevamente las tumbas donde habíamos visto las velas prendidas…

Al llegar y acercarme un poco más, efectivamente había dos vasos de veladora: azul y amarillo en estas dos tumbas, respectivamente. Me acerque a una de ellas (la del vaso amarillo naranja), agarre el candado. Lo moví y sí, efectivamente estaba oxidado como lo dijo Viviana.

De repente… el candado se abrió. Literal, se abrióoooooo… y al decir se abrió fue que se abrióoo… como si lo hubiese abierto con la llave.

Una cosa, es abrirse (romperse) oxidado de la parte baja y el arillo que cierra, pero ¡NO!, se abrió como si llevará la llave… desconcertado y con un escalofrío, después de pegar tremendo grito, me acerque a mi camarógrafo y le conté todo lo sucedido.

-“ Gordo , ¿si sabes lo que esto significa? Primero vieron las veladoras y después te pasa esto con el candado, claramente, la difunda de esa tumba quiere luz”, dijo.

Rápidamente voy a la puerta del panteón y compro una veladora junto con unos cerillos… al regresar, la prendo diciendo estas palabras: Ojala encuentre pronto la luz y le rezó un Padre Nuestro.

Cierro la puerta de la pequeña capilla dela tumba y el candado. Me persigno y me voy del cementerio…

error: Elementosmx