No. 9 Las Congruencias e incongruencias son (in) humanas.
Guadalupe Guerrero Dávila, Dra.
Durante la segunda guerra mundial Sigmund Freud, creador del Psicoanálisis, exiliado en Londres hablaba del mundo de Hitler y de la guerra. Se dice que estaba profundamente conmovido, pero como pensador no le sorprendía en absoluto aquel escalofriante estallido de bestialidad. Siempre fue tachado de pesimista, decía, porque negaba la supremacía de la cultura sobre los instintos; y ese momento ante la guerra lo confirmaba, su opinión era que el instinto de destrucción era inextirpable del alma humana, en esa guerra los instintos fueron liberados subordinando a la cultura, a la convivencia, a las reglas y normas establecidas, Europa orgullosa de su forma de vida y del desarrollo científico técnico de la época, del respeto a los acuerdos entre países, fue sorprendida por la ruptura de leyes y formas de convivencia cotidiana, apareció el desprecio al otro, al extraño, la xenofobia, el racismo y el clasismo imperaron como forma de vida, la manipulación de las masas a través de los medios de comunicación existentes, derivó en el odio, la humillación y persecución del diferente ya sea por color de piel, por creencias religiosas o por su origen geográfico, se impuso un poder irracional que buscaba no solo aislar a una minoría sino… exterminarla, ante estas ideas se derivaron estrategias de difamación, la mentira se convirtió en la práctica de los poderosos que buscaban reorganizar al mundo de acuerdo a sus intereses económicos políticos, los valores de solidaridad, de respeto entre ciudadanos, de cuidado de la vida quedaron en desuso total, prevaleció la lealtad al odio y las estrategias para manipular las ideas y fomentar la división, la confrontación entre seres humanos fue una constante y muchos siguieron al pié de la letra estas terribles estrategias de deshumanización. Desafortunadamente muchas de estas prácticas continúan vigentes, hoy los pobres son tildados de ignorantes, de seres salvajes incapaces de pensar por sí mismos, el color de la piel sigue siendo motivo de desprecio y en la vida política vemos que los partidos de derecha son guiados por los blancos, ricos, que insisten en ser ellos los que guíen la vida social, como si se tratase de un mandato divino, la idea de que alguien de partidos de izquierda gobierne despierta esos instintos bestiales, racistas, clasistas y no se soporta la idea de que alguien del pueblo, sobre todo si es pobre, de piel oscura o indígena, gobierne… le alarma a esa derecha también poblada por gente pobre, oscura que ha hecho suyo el discurso inhumano del fascismo de despreciar, perseguir, señalar y aniquilar al diferente. Las estrategias se han afinado, los medios masivos de comunicación han cambiado pero vemos en las redes, en la televisión y radio que las prácticas bestiales permanecen, son la base de la que parten, por eso escuchamos a “idéologos” políticos de derecha (C.Alazraki, J.Castañeda, entre otros) sugerir la mentira, la guerra sucia, la difamación para desprestigiar al contrario. Vale la pena repensar esta historia, repensarnos como seres humanos que somos y distinguir los hilos de poder históricos que manipulan, laceran y dañan irreparablemente las relaciones sociales, no es justo criticar al otro por su preferencia sexual, por su situación económica, color, por su origen o creencias religiosas, es necesario analizar los valores de los contendientes políticos, la propuesta social, su historia como ciudadanos, como funcionarios públicos, porque algunos son perseguidos por su historia de corrupción, abuso de menores, lazos con la delincuencia organizada, enriquecimiento ilícito, y la búsqueda de permanecer en el poder con el único interés de seguir enriqueciendo a sus pequeños grupos de amigos y parientes que se mantienen en el poder económico-político por el interés individual, pero como dice Ana Belén y Victor Manuel ¿qué te puedo decir, qué te puedo contar que no hayas vivido?.