CUANDO SE ME OLVIDÓ EL PADRE NUESTRO

Después de varias semanas de que todo marchaba de maravilla. Sin cansancio, animado, contento y tranquilo, en un programa de El Umbral de la Media Noche, en Grupo Avanradio, me pregunta Raúl:

¿Qué tienes Ángel?, ¿Te noto raro?, ¿Te sientes bien? ¿Algo te pasa? Dime.

No, nada, todo bien. Solo muy cansado, tuve mucho trabajo.


Continuamos con el programa.


A las 11 de la noche, había un corte comercial de 5 minutos, y Raúl me dijo:

Ven Ángel, Acompáñame. Vamos al recibidor.
Salimos de cabina y en el recibidor, Raúl me da unos granos de sal y me dice:

“¨Póntelos debajo de tu lengua. Es sal exorcizada”

¡Tomate esto!, y me da una loción preparada que la tomara.

La tomé. Mientras él comenzaba a rezar en latín.

Reza el Padre Nuestro, dijo.

Padre Nuestro que estás en el cielo… Santificado sea tu… contesté.

Reza el Padre Nuestro, dijo.

Padre Nuestro que estas en el cielo… Santificado sea tu nombre… hagáse… ¿Qué sigue?, respondí.

¡Reza el Padre Nuestro!, dijo de manera imperativa.

Padre Nuestro que estas en el cielo… Santificado sea tu… nom… bre.. hágase señor tu voluntad así en la tierra… ¿?¡?¡?

¡TE ESTOY DICIENDO QUE RECES EL PADRE NUESTRO!, exclamó.

Padre Nuestro que estás en el cielo… Santificado sea tu… que no se me el pin!”#$ padre… nue… ay Dios Mío Perdóname!


No lo podía creer. El Padre Nuestro, la oración universal de los católicos, se me había olvidado. No me acordaba.

Raúl me volvió a dar sal exorcizada y la loción, pero ahora además de tomarla me colocó en la nuca.

Sacó su libro de oraciones y comenzó a orar en latín y otro idioma. Colocó su cruz en mi pecho, la detuve con mi mano; su mano derecha estaba arriba de mi cabeza mientras seguía orando. En eso me dice:

¡Reza el Padre Nuestro!

Padre nuestro que estás en el cielo,
santificado sea tu Nombre;
venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
Danos hoy
nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación,
y líbranos del mal. Amén.
Terminando el Padre Nuestro, sentí un descanso y una tranquilidad.

¡Listo!, sabía que algo había quedado por allí escondido. Todo está bien.
Regresamos a cabina y continuamos con el programa.


Desde ese día, y por difícil que parezca, me di cuenta que el bien y el mal existe. Que a veces sentimos que no pasa nada y todo lo que ocurre es normal. Pero la brujería puede estar encubierta en “cosas buenas” o “simples síntomas de cansancio”…

Por ello, si sientes o vives momentos sin explicación, es porque seguramente fuiste víctima de la magia negra… como un día me pasó a mí.

error: Elementosmx