PANTEÓN XALAPEÑO

PRIMERA PARTE –

Por Ángel Hernández

Son las 10 de la noche con 30 minutos del lunes primero de noviembre. Hace frío. El taxista me deja afuera del panteón xalapeño. Spencer, Raúl y Javier me esperan en la entrada al cementerio. Camino con incertidumbre y nerviosismo. Me pregunto cuál será ahora la experiencia que viviremos dentro del cementerio. Tengo un presentimiento. Un nudo en la garganta, en el pecho. Algo pasará. Me acomodo el cubrebocas y los saludo.

Nos encontramos en la reja; esa reja color blanco que forma cuadros pequeños. Una sombra se acerca. Es la policía. – Buenas noches, dice. Hola, buenas noches. Soy Ángel Hernández. Venimos a realizar un recorrido, ya solicitamos permiso con la contadora Viviana y el administrador. Sí, claro. Adelante, pasen – nos dice la guardia.

Quita el candado. La reja rechina. El primero en entrar es Spencer. Después Raúl y Javier, al final yo. Un viento ligero sopla en el recibidor del panteón. Todo es tranquilidad. Raúl es médium y experto de lo paranormal. Nos dice que la noche será inquieta y pesada. No veo nada. No escucho nada, aun… Pero sé que algo pasará…

Raúl comienza con la oración de protección, en latín. Nos entrega a cada uno de nosotros una piedra negra: la turbalina, que se considera una piedra de referencia para la limpieza, la protección y la transformación. Además, absorbe las energías densas y las dirige hacia la tierra para ser transmutadas. La aprieto, observo y guardo en mi pantalón. Ahora, nos coloca una loción especial en manos y nuca. ¡Auch, esta fría!

Raúl y Javier están al frente. Spencer comienza a grabar y transmitir. Se escucha el ruido de las hojas y de las ramas de los árboles. El viento arrecia, ¿pero cómo? hace dos minutos no corría nada… comenzamos a bajar las escaleras y adentrarnos al cementerio.

Siento miedo. Sí, estoy nervioso. Inquieto. Estamos ya en la empedrada del pasillo principal del panteón. Raúl y Javier dicen que algo nos observa. Spencer lo confirma y al fondo del camino lleno de piedras hay una silueta. ¡Ya la vi! Se movió de momento…parecía un señor… las ramas de los árboles se siguen moviendo. Los rehiletes de las tumbas tampoco dejan de moverse. Espera… Espera… Espera…

Escuche un ruido. Parece una carreta. Unos caballos. Del lado derecho del panteón, casi en la entrada. Lo confirma Raúl y Javi. Spencer no escuchó, estaba transmitiendo… seguimos caminando.

  • No debemos cruzar el obelisco. Sera peligroso – dijo Raúl. ¿pero qué nos pasará?, preguntó Spencer. Podrían afectarnos los demonios, las almas en pena; los espíritus. – Ya están inquietos, confirmó Raúl.

Seguimos caminando… la sensación es cada vez más extraña. Volteo para todos lados. Veo las ramas de los arboles moverse. Si, escucho ruidos. Otra sombra. Allá. De aquel lado (señaló Raúl). Pasó atrás de esa tumba. Exclamó Raúl corriendo hacia ese lado. Todos lo seguimos. Yo vi algo moverse. Ya está de aquel lado, dijo Javi. Spencer también la vio.

Soy una persona muy receptiva. Sensitiva. Me cuesta ver las cosas, pero las siento. Empecé a sentirme mal. Tengo asco. Dolor de cabeza, nuca y hombros. Los ojos me arden… ya casi es media noche.

Cuentan los expertos que el horario más pesado en el cementerio es entre las 11 de la noche y la una de la mañana. Y efectivamente, lo más pesado, estaba por ocurrir…

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